Legend: Una maravilla visual
Pocas cosas son tan gratas como acercarse a una obra, sin saber nada o casi nada de la misma, y verte generosamente recompensado. Este ha sido mí caso, que al pasearme por el catálogo de HBO Max, me he topado con el filme que hoy nos toca. Hablo de Legend, del afamado director Ridley Scott.
La película trata sobre dos inocentes muchachos que se encuentran perdidamente enamorados, Jack, de apariencia salvaje pero corazón noble y la bondadosa princesa Lilly. Un buen día Jack decide llevar a Lilly a ver a los unicornios, seres sagrados de cuya salud depende la estabilidad del universo, pero Lilly comete el pecado de tocar a uno de ellos, mientras que unos malévolos duendes conspiran para asesinar a la criatura. Desde aquí en adelante la aventura se desenvuelve, tornándose más oscura a cada paso.
Y es que los primeros minutos de película pueden empalagar al espectador más ácido... la ambientación, la estética, así como el guión mismo, parecen exudar reminiscencias a los clásicos de Disney, generando la sensación de que estamos frente a una obra inocente. Es verdad que el filme está dirigido a un público joven, por no decir infantil, pero aquello es, desde todo punto de vista, superficial. Uno no debe dejarse engañar por la simpleza de su guión o por aquellos adulcorados minutos iniciales, ya que son apenas un vago cascarón. Esta es una obra, como mínimo, tan oscura como una obra juvenil pueda llegar a ser e incluso un poco más.
Hay escenas que, francamente, me hubieran robado un par de horas de sueño cuándo, otrora, fuese yo un tierno infante. Hablo de momentos tales como aquel en que las criaturas feericas se acercan amenazantes al héroe, puesto que este confiesa ser responsable del mal que a acaecido en el mundo.
Al ver Legend no pude evitar sentir que Scott bebía de clasicos de la literatura bien conocidos, como son Sueños De Una Noche De Verano de William Shakespeare o Peter Pan de James Barrie, por citar solo dos de los ejemplos más obvios. Desde un diálogo de Jack con Gump, duende que recuerda poderosamente al pícaro Puck o la simpática hada Oona, que con sus enamoramientos no correspondidos se hermana con la entrañable Campanita.
Con poco esfuerzo de imaginación uno puede vislumbrar paralelismos Bíblicos, cuando el mundo cae sobre un invierno perpetuo, producto indirecto del pecado de Lilly o en el tramo final cuando el antagonista es enfrentando. Antagonista que es quizá uno de los grandes aciertos, con un imponente diseño de Diablo que a la par que terror inspira cierto aire a sensualidad. Esta cuestión de lo demoníaco, la encontramos no solo en Darkness (el villano) si no también en ciertas estatuillas que recuerdan a Passuzu de El Exorcista.
Esta claro que su punto fuerte es el maquillaje, el cuidado al detalle y sus efectos especiales, en su mayoría prácticos. Uno puede, forzando un poco la vista, ver los hilos que mueven a Oona pero este debe ser el único detalle que ha envejecido mal en una obra visualmente muy cuidada. Recuerdo inclusive cosas sutiles como presentarnos de fondo algunas estatuillas que cobran vida acto siguiente. Esto sumado a escenas de gran dramatismo como aquella en la que un ballet consuma la caída de la princesa en una Lilly más oscura y siniestra, o aquella otra en la que Darkness se nos muestra por primera vez, emergiendo de un espejo.
Pero claro, no todo es perfecto en esta historia y es que es una experiencia en donde la verosimilitud deja paso a la espectacularidad en no pocas ocasiones. Con gusto defendería cualquier apartado de esta obra menos su guión, cuyo mayor elogio sería el decir que no entorpece demasiado la experiencia. Uno disfruta más si la ve sin hacerse preguntas que inviten al pensamiento lógico pero la proliferación de elementos oscuros y de simbolismos siniestros tampoco da lugar a un exceso de condescendencia, por lo que debe hacerse el esfuerzo consciente por ignorar las incosistensias de la trama.
Y ya, poco queda por decir, más allá de que esta es una obra poderosisima, de gran atmósfera, que pese a tener un número creciente fans acérrimos ha sido injustamente olvidada por el público en su mayoría.
Invito a todo aquel que disfrute del relato fantástico, a acompañar a Jack y Lilly en su hermosamente siniestra odisea, para que así su historia viva una vez más.
Gerard Cuello




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